La madrugada del 28 de abril cae a manos del Pueblo Misak la estatua del conquistador y asesino español Sebastián de Belalcázar en Cali. Así comienza el Paro Nacional que se había convocado ese día como protesta ante el proyecto de reforma tributaria del gobierno de Duque – Uribe. Una reforma que fue la chispa de una explosión social que estaba contenida durante tantos meses de una pandemia mal gestionada, alto desempleo, recrudecimiento de la guerra, asesinatos de líderes sociales y mucha hambre. Además, la autoritaria respuesta del gobierno frente a las protestas, con una extrema violencia policial, alentó aún más la rabia colectiva desencadenando un histórico levantamiento popular.
Una semana después de la caída de Belalcázar, también a manos del pueblo Misak, cae en Bogotá la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador y asesino español, quien fundó la ciudad en 1538. De nuevo el pueblo Misak señala que el problema va más allá del mal gobierno de Duque, evidenciando un sistema de violencia y de explotación a nivel global, de varios siglos, del cual el gobierno nacional hoy también hace parte. Un sistema racista, patriarcal, capitalista, extractivista, que impuso sus bases en la colonización europea y que hace más de 200 años continúa con la complicidad de las élites criollas. Un orden que se sigue sosteniendo en la explotación global de las personas racializadas más empobrecidas, continuando con la violencia histórica contra las personas negras, las personas indígenas, las mujeres, las personas disidentes sexuales, y que sigue explotando y destruyendo el territorio y a los demás seres vivos bajo una falsa idea de desarrollo. Todo esto para el beneficio y la abundancia material, tanto de los países del Norte Global, como de las élites criollas. Y escribimos “Colón-bia” para evidenciar lo mucho que sigue metido Colón en todo esto. Porque nunca hubo una verdadera independencia de Europa. Se continuó bajo su modelo político, legal, económico, religioso, bajo su cosmovisión impuesta, para hoy en día estar también bajo el fuerte dominio de Estados Unidos. Por ello, seguir viviendo bajo este orden seguirá condenando al pueblo, no solo de Colón-bia, sino de todo el continente y del Sur global, al saqueo, al subdesarrollo, al empobrecimiento, a la muerte.
Por esto hoy resulta necesario que cuestionemos el propio Estado – Nación como forma de organización política1, una estructura también heredada de Europa, con sus bases en el propio colonialismo, manejada mayoritariamente por hombres blancos mestizos, que exalta una identidad nacional ficticia, y que mantiene el orden de explotación, con sus leyes y sus fuerzas armadas, que funcionan como un aparato de control y de represión ante cualquier movimiento de cambio. Vemos cómo la policía está disparando con total impunidad a la gente que protesta. Por el momento hay 43 manifestantes asesinados, más de 500 personas desaparecidas, más de 1100 detenciones arbitrarias, y 16 casos de abuso sexual por parte de la fuerza pública. También hemos visto cómo la policía acompañaba a civiles que dispararon contra la Minga Indígena. Probablemente la justicia colón-biana no actúe en estos casos, pero sí lo hará para castigar a quienes están en las calles exigiendo un país más justo. Lo que hoy está sucediendo en Colón-bia es la podredumbre del Estado nación como modelo de organización política. Un Estado asesino, militar y además paramilitar, un narco gobierno dirigido por empresarios y hundido en su propia corrupción.
Es tiempo de cambio. Lo sabemos, lo sentimos. Es un momento histórico. Esta energía de transformación que también vimos antes de la pandemia en Chile, en Ecuador, en Haití, hoy inunda Colón-bia. Millones de personas están luchando con una potente y hermosa creatividad política que está resonando por todo el planeta, y no habrá violencia estatal que pueda reprimir este cambio que ya está sucediendo. Pero no solo un cambio de gobierno, incluso más allá de la posibilidad de un gobierno de izquierda, un cambio realmente profundo, un proceso de descolonización colectiva más allá de la bandera y las fronteras de un país, un encuentro entre pueblos, un despertar político pero también mental, espiritual, en conexión con la Tierra y los demás seres vivos. Imaginemos y accionemos más allá de las barreras que nos ha impuesto Occidente, más allá de los límites del propio Estado. La Minga indígena, el levantamiento en Cali, Las primeras líneas, las madres de los falsos positivos, la juventud en las calles, el movimiento de personas disidentes sexuales, la resistencia en Buenaventura, los movimientos populares, estudiantiles, campesinos, son propuestas reales, vitales, de políticas transformadoras en defensa de la vida y por el buen vivir. Y no es más una utopía, es el presente, el futuro, ya está sucediendo.
Escrito por Río Truena
1 Recomendamos conocer más sobre experiencias de pueblos que se organizan desde una autonomía comunitaria y no bajo la estructura estatal, como el caso de los Municipios Zapatistas, la Nación Mapuche, Rojava, el pueblo de Cherán en México, entre otros. También recomendamos leer a Yásnaya Aguilar.
Escrito publicado en Mayo del 2021 en https://esracismo.com/